Bermeo - Plentzia

11 de Julio de 2013

Bermeo – Plentzia

Alardi 2013

Para evitar el acceso a las lapatzas desde la playa de Bermeo puesto que el camino está repleto de zarzas y argomas de muy difícil transitar, hemos comenzado por la carretera hasta una fuente que hay en en ella, en el barrio de Arene.

Allí mismo estábamos llenando los botes de agua fresca y preparados para bajar por la pista que arranca de allí mismo hacia el mar, cuando un hombre de unos 75 años ha pasado y me ha saludado. Hemos estado hablando un ratito, en Euskera, y le he comentado cómo bajaba hacia las lapatzas para ir hasta Matxitxako por el mar.

Él iba a dar de comer a los perros y me ha comentado que un poco más arriba hay otro acceso que es mucho mejor, junto al restaurante Gibele. Así que, por conocerlo, le he hecho caso. En esto que, mientras subíamos, se ha puesto a la par un cicloturista con bicicleta de montaña y mallot de pseudo-pro. Era de Bermeo y salía a dar una vuelta, con ganas de charlar, por le que he visto. Majo, nos hemos acompañado durante gran parte de la subida.

El caso es que no he sido capaz de encontrar ese otro acceso (ni yo ni mi colega de la bici) y, para cuando he llegado al mirador me he dado cuenta de que estaba ya demasiado alto como para bajar hasta el nivel del mar otra vez (ya andaba por el mirador y el acceso vehicular a la incineradora). Bueno…me he dicho…, ya trazaremos por las lapatzas en otra ocasión. Hoy toca seguir hacia adelante. El hombre de la bici se despedía diciendo que él, bermiotarra, no conocía ese acceso que me habían indicado. Será que el hombre de la fuente lo que no quería es que anduviera nadie por sus “pertenesidos”?? Bueno…

Subíamos entre pinos y eucaliptos, mientras entraba la bruma en las faldas del Sollube, y por todo Matxitxako, cosa que agradecíamos, pues evitaba el calor sofocante de nuestro compañero de fatigas; el sol.

Enseguida hemos llegado a la desviación hacia el faro de Matxitxako y nos hemos metido por ella, ya lejos de los coches de la carretera. Perdiendo rápidamente altitud, nos hemos plantado en uno de los faros, el que está más cerca de las rocas que entran en el mar. Desde ese punto, hemos sacado algunas fotos. Aketxe salía de entre la bruma como un barco fantasma….

Hemos dejado el faro a estribor y hemos comenzado a subir por la loma, dejando un poquito después el segundo de los faros a babor. Tras unos 15 minutos, ya estábamos otra vez en la carretera a Bakio, junto a la antigua bajada vehicular a Gaztelugatxe, hoy ya prohibida para los coches a causa de repetidos (y futuros) desprendimientos. Hemos cogido esa pista a nuestra cuenta y riesgo, pues peatonalmente, mucha mala suerte sería….que se desprendiera todo según pasamos nosotros. Antes de Gaztelugatxe, hemos llegado a la altura de Aketxe, con el que me une una atracción especial.

Había mucha gente yendo hacia Gaztelugatxe. La semana pasada me contaron que, después del Guggenheim, es el segundo icono turístico más visitado en Bizkaia.
Tras subir los 231 escalones del islote, hemos repicado la campana a base de bien. Y enseguida hemos bajado para, subiendo hacia San Pelaio, coger una estrada costera que lleva directamente a la playa de Bakio. La bruma, a medida que la mañana avanzaba, iba disipándose.

Una vez en la playa, la hemos recorrido por el precioso paseo y, tras cruzar la desembocadura del río Zarraga, hemos cogido las primeras pendientes de las colinas marinas del monte Jata, camino de Lemoiz.

Jata es un inmenso bosque de eucaliptos. Las pistas que las cuadrillas de extracción de madera generan se cruzan y dificultan el trazado, pero conocemos bien esta zona, pues fue la última que preparamos, antes del viaje, y la tenemos fresquita en la memoria.

Una vez llegamos al mirador, ya es todo cuesta abajo hasta presa de agua de la central de Lemoiz. Aunque, es una pena, hay que hacer este recorrido por la carretera, muy poco transitada, eso sí.

La central emana tristeza. Toda esa zona, como ya he dicho en algún otro lugar, debería adecuarse la zona y dejarse como antes de que existiera el proyecto, para uso y disfrute de los montañeros, pescadores, turistas,…

De la central hemos llegado a Armintza en un salto. El puerto estaba hirviendo; mucha juventud tomando el sol por los diques, un grupo de niñas ensayando un baile para el comienzo de las fiestas, unos barraqueros montando su tiovivo, paseantes tomando algo en los bares, jubilados de ronda de txikiteo,…. Hemos disfrutado de 20-30 minutos de descanso, incluso nos hemos refrescado los pies en el mar, y de nuevo hemos cogido pendiente arriba, hacia el monte Ermua.

Una pista prácticamente recta sale directamente de la parte alta de Armintza y te deja a escasos 100 metros de la cima del Ermua, desde el que, normalmente, tenemos unas vistas preciosas de la isla Billano, el cabo y su faro. Hoy, en cambio, había bruma en la mar, y sólo se adivinaba en parte.

Hemos bajado hasta el faro y, de ahí, hasta Astondo por la granja de la diputación. Hemos accedido a la playa y, por el paseo, la hemos cruzado entera, para llegar al puerto de Plentzia, donde teníamos el hotel.

Mañana terminamos,…qué emoción….